Tú quieres venir hacia mí.
Yo quiero que vengas.
Te pongo un puente de calma
y dejo que pongas tus pies.
En la primera tabla, te recibo,
y en la segunda te escucho,
a la tercera te ayudo,
ya en la cuarta, te abrazo.
Yo quiero abrazarte tanto
que por mucho que vengas
no será suficiente.
Tú quieres que tanto te abrace
que por mucho que vienes
no es bastante.
Pero nuestro puente nos habita.